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PAPEL CAPITAL DE LA TECNICA ZULLIGER

EN EL FUTURO PROGRESO RORSCHACH*

Alberto A. PERALTA**
Archivos Rorschach Americanos, Miami FL, E.U.A.

"Lier, c'est bien,
Délier, c'est mieux,
Relier, c'est parfait!"

G. Bachelard (citado en
Mélon, 1975-1976, p. IV)

"Tener y ser en el niño. El niño prefiere expresar la relación objetal mediante la identificación: yo soy el objeto. El tener es ulterior, y vuelve a recaer en el ser una vez perdido el objeto." [énfasis añadido]

S.Freud
1941/1975,p. 3431

El objetivo de la presente exposición es llamar la atención de la comunidad Rorschach sobre la existencia de un práctico recurso auxiliar permanentemente disponible para hacer avanzar significativamente tanto la teoría como las aplicaciones del método inventado por H. Rorschach hacia superiores etapas científicas. Varios investigadores me han precedido en este llamado: primeramente Zulliger (1953; Zulliger & Salomon, 1969/1970, Pte. 1ra Cap. 10) y sobre todo Salomon (1959a, 1959b, 1962 pp. 11-15; Salomon & Peralta, 1963/en prensa), seguidamente Vogel (1959), Bohm (1975/1978, Cap. 2 cuadro 2), Hiltmann (1971/1973), y Simón H. (1973a, 1973b); pero la aún insuficiente atención prestada al mismo me obliga a insistir sobre el terna, aprovechando para agregar mis últimas contribuciones en la materia. Lo que es peor, las opiniones de la corriente dominante en la práctica Rorschach contemporánea (por ej., N. Rausch de Traubenberg, comunicación personal, julio 1990: "le Zulliger, c'est déjà dépassé!") amenazan con dejar definitivamente atrás este magnífico medio auxiliar mucho antes de que haya hecho sus mejores contribuciones a nuestra ciencia.

Nos estamos refiriendo a la importantísima serie de tres manchas elaborada por Hans Zulliger y conocida como "Z-Test" o "Test de Zulliger" (Zulliger & Salomon, 1969/1970), acompañada de los desarrollos que han ido enriqueciendo progresivamente su conceptualización y aplicación. Su autor es un especialista muy reconocido internacionalmente; fue uno de los pocos que se iniciaron en el método de la mano del mismo H. Rorschach, habiéndose relacionado con él personalmente como miembro recién integrado a la Sociedad Psicoanalítica Suiza en el 1921 (Zulliger & Salomon, pp. 3-5). Siguiendo un método muy típico en él, esperó unos 10 años antes de publicar sus primeros resultados, acumulando suficiente experiencia que respaldara sus conclusiones; a partir del inicio de los años '30 este prolífico escritor aportó una impresionante serie de valiosas observaciones en decenas de artículos y numerosos libros, hasta el punto que difícilmente haya actualmente una aplicación del método, o un área particular al interior del mismo, sin una significativa contribución personal de su parte. Entre otros énfasis de su práctica, se le conoce por sus constantes investigaciones sobre los atributos percepto-formales psicológicamente significativos de la materia misma sobre la que se basa dicho método -las manchas de tinta-, como lo demuestra en sus publicaciones no sólo acerca de su propia serie (Zulliger & Salomon, pp. 6, 11-15) sino también de la de Behn-Eschenburg ("BeRo": Zulliger, 1941/1956, pp. 83-87), y en el hecho de haber sido el supervisor científico de la impresión de sucesivas ediciones de las láminas originales (Friedemann, 1956; Huber, 1956).

Hoy en día existe en la práctica Rorschach tradicional un acentuado prejuicio hacia las nuevas series de manchas inspiradas por la de H. Rorschach (Rorschach, Oberholzer, & Morgenthaler, 1946/1964, Caps. 1 y 3; el ej. más actual lo tenemos en Simón H., 1993, pp. 86-87), quizás desde los mismos inicios con las reservas generadas por el método desviante de Roemer (citado en Morgenthaler, 1943; 0. Rorschach, 1944/1967) o con las pretensiones oportunistas de la serie de Stern y Struve (citados en: Bell & Bernstein, 1948/1978, Cap. 7; Ellenberger, 1954/1967, Cap. 3-E; Anzieu & Chabert, 1983, Cap. 5 p. 206). Si bien este rechazo instintivo aún en tiempos más modernos ha resultado eventualmente justificado (Holtzman, Thorpe, Swartz, & Herron, 1961/1971; Dubey & Cassell, 1993), en otros casos trata de una manera completamente injusta valiosos aportes que se integran orgánicamente al proyecto original explícitamente esbozado por H. Rorschach (et al., Cap. 3), como ha sucedido con la serie paralela BeRo y como sucede actualmente con la serie que nos ocupa.

Ahora bien, no deben confundirse todas las nuevas series de manchas unas con otras porque no son iguales: las hay del tipo (que llamaremos alternas) que pretenden, según sus creadores, sustituír a las 10 clásicas superándolas en una u otra medida -como las ya mencionadas- y que varían enormemente en el número de sus imágenes (ver Cuadro 1); otras como el BeRo (en cuya elaboración participó el propio H. Rorschach: Behn-Eschenburg, 1955; Ellenberger, 1954/1967, Cap. 3-D; H. Rorschach, 1919/1967; Zulliger, 1941/1956, pp. 7, 85, 200) que sólo se presentan como paralelas a las originales (por lo cual en principio constan de 10 láminas) y que deben ser juzgadas cada una por sus propios méritos en tal sentido (ver Parisi, 1993); y finalmente hay una clase aparte, las complementarias, que partiendo de principios Rorschachianos son elaboradas teniendo en cuenta aplicaciones específicas (generalmente hacia la investigación: "Auffassungsvorgangs-Untersuchung geeignet Klecksbildern" de Furrer, 1930; "Movement Blots" de Levy, citado en Rust, 1948, pp. 378-380, y en Piotrowski, 1957/1979, pp. 124-126; "Láminas Proyectivas" de Rodrigues I. y Jiménez G., citados en Ortiz Q. & Gampo, 1993, p. 31) que ayuden a explorar o aclarar áreas particulares del método, clase ésta a la cual pertenece el material de Zulliger.


Cuadro 1
Clasificación según el Objetivo Perseguido
de las Series de Manchas Inspiradas por la de H. Rorschach


Añoa Autor(es)b Nombre (No. de imágenes)


Alternas

1921/1938 Roemer Symboltest (8)
1932/1938 Struve (& Stern) Wolkenbilder-Test (3)
1958/1961 Holtzman et al. H.I.T.c (45 x 2)
1980/1990 Cassell S.I.S.d (I= 20; II= 31 x 2)

Paralelas

1921/1941 Behn-Eschenburg (& Zulliger) BeRo Test (10)
1945 Harrower-Erickson & Steiner Psychodiagnostic Inkblots (10)
1938/1958 Drey-Fuchs FuRo Test (10)
1963/1970 Kataguchi KaRo Test (10)
1990 Parisi & Pes Tavole Parallele (10)


Complementarias

1930 Furrer Klecksbildern (4)
194?/1948 Levy (& Rust) Finger Paintings (7)
1948/1954 Zulliger Z-Test (3)
1984/1990-1 Rodrigues I. (& Jiménez G.) Láminas Proyectivas (3)


a= Año de publicación: original (oral o escrita) / definitiva (escrita). b= El paréntesis indica una publicación por separado. c= Holtzman Inkblot Technique. d= Somatic Inkblot Series.


En honor a la verdad, la serie de Zulliger -aunque con una repartición muy desigual geográficamente- ha merecido en general aceptación de parte de los psicólogos proyectivos (la inclusión de esta sesión dedicada exclusivamente a su estudio en cada Congreso Internacional así lo demuestra), en todo caso más que cualquier otra serie de manchas derivada directa o indirectamente de la de H. Rorschach. El problema es que la opinión general la tiene por nada más que una insignificante técnica abreviada, superficial pero válida, a elegir en determinadas circunstancias para meros sondeos previos a un estudio más profundo (Anzieu & Chabert, 1983, Cap. 3.7 p. 124; Eble, Fernald, & Graziano, 1963, así como Lefkowitz, 1968, aparentemente los únicos dos artículos sobre el tema hasta ahora aparecidos en el influyente Journal of Personality Assessment estadounidense); tal parecen haber sido efectivamente las modestas pretensiones de su creador (Zulliger & Salomon, 1969/1970, pp. 7-9, 329-330), pero así como sucedió originalmente con H. Rorschach los resultados obtenidos fueron mucho más allá de las expectativas iniciales, demostrando una vez más que la intuición no tiene sustituto en Ciencias Humanas (Binswanger, 1923/1967, p. 236).

Hagamos una comparación ejemplificadora de la idea que queremos transmitir, por aquello de que una imagen vale más que mil palabras: con el desarrollo de las computadoras, ese utilísimo instrumento electrónico contemporáneo, ha aparecido la variedad en los equipos, y hoy en día un usuario puede optar justificadamente entre una amplia y cómoda máquina de escritorio -desktop- o un práctico y compacto equipo portátil -laptop-, cada uno de ellos con sus propias características distintivas (ventajas y desventajas); el primero, siguiendo una evolución natural, ha dado legítimamente origen y cabida al segundo quien llegó para quedarse, sin que deba pensarse que éste vaya a substituír al original pues ambos tienen comparativamente sus aplicaciones particulares. Yendo aún más lejos en nuestra metáfora, por el hecho de que la investigación tecnológica en este campo tiende cada día más hacia la miniaturización y la relación inversa volumen-eficiencia, actualmente ha resultado que con frecuencia se traspasan avances en sentido inverso de la laptop a la desktop, hecho que también es ya una posibilidad sólo parcialmente realizada en la relación entre la serie abreviada de Zulliger y la original de H. Rorschach (ver sobre todo a Hiltmann, 1971/1973, pp. 327-328; y a Salomon: 1959a, pp. 286-287, 293-294; 1962, pp. 11, 13-14).

Para demostrarlo, examinemos detenidamente nuestro material y vayamos sacando paso a paso algunas conclusiones. Una de las primeras cosas que llaman la atención cuando se utiliza regularmente la técnica-Z es lo difícil, lo prácticamente casi imposible, que resulta obtener una buena respuesta G1 a la lámina II, a diferencia de la III y sobre todo de la I (Zulliger & Salomon, 1969/1970, Pte. 1ra Cap. 1; Simón H., 1973a, pp. 139-141); ahora bien, las G que se obtienen en estas otras dos láminas no son equiparables, como ya lo observó Zulliger, sino que son mucho más simples y fáciles en la primera de la serie y más complejas (combinatorias) en la última. ¡Pero ése es exactamente el curso del desarrollo de la percepción en el ser humano (las tres etapas de Renan), tal como Dworetzki lo comprobó en una de las más importantes contribuciones teóricas a nuestra especialidad (1939, pp. 258-275) y como ha sido establecido en Psicología desde antes del Rorschach! (Bohm, 1972/1979, Cap. 15 Nota 17). Ya Salomon (1962; & Peralta, 1963/en prensa, caso) había reconocido que el orden de sucesión de las láminas de Zulliger, por cierto diferente al de la serie original, expresaba una especie de progresión creciente que lo llevó a designar la técnica como "genético-estructural." Lo interesante es que en Zulliger esto no fue un objetivo conscientemente perseguido al elaborar, seleccionar, y posicionar sus láminas, sino que de una manera eminentemente intuitiva (sin citar siquiera a Dworetzki u otro pensador) llega en su material final exactamente a los mismos resultados que éstos, y da como explicación de su elección ordinal una razón puramente práctica (pp. 12-13), plenamente válida por cierto.2

Las láminas de Zulliger, por sus características formales propias, se identifican además cada una de una manera privilegiada no sólo con un tipo particular de localización como acabamos de ver, sino simultáneamente también con un determinante específico (Zulliger & Salomon, 1969/1970, Pte. 1ra Cap. 1; Vogel, 1959; Simón H., 1973a, pp. 139-141): I=Hd, II=Fb, III=B (ver Nota 1); sabido es igualmente por otras vías que estos determinantes, por las significativas correlaciones intrasistémicas de que está cargado el método-configuración (Gestalt) pleno de sentido de H. Rorschach, mantienen una íntima relación con los diversos modos de aprehensión. Pues bien, y nuevamente con una exactitud que demuestra la segura intuición con que fueron compuestas, en su cristalización material dichas láminas reproducen espontáneamente los hallazgos y eruditas teorizaciones sobre estas correlaciones electivas de algunos de los más eminentes Rorschachistas: las G primitivas y el claroscuro -lámina I- forman un dúo plenamente acoplado (mantenido desde un principio por Binder, en contraste con Beck: 1932/1979, pp. 61-62, y 1937; confirmado por Dworetzki, 1939, pp. 275-278, 286-287; y por Salomon, 1962, p. 44), así como las D y el color -lámina II- por su lado (ya mencionado expresamente por Dworetzki, p. 299; y analizado por Bohm, 1959/1977, pp. 308-311), y finalmente también las G combinatorias y el movimiento -lámina III- se demuestran mutuamente esa atracción electiva (de lo cual ya H. Rorschach era plenamente consciente: et al., 1946/1964, Cap. 4.1 pp. 63-64, el planteamiento explícito, y Cap. 7 p. 177 Nota 1, la intuición explicativa; comprobado por Dworetzki, pp. 305-306 y 333; y fundamentado por Kuhn, 1953/ 1977, pp. 505-506).

Al mismo tiempo, poniendo en relación ambos conjuntos de hechos la serie de determinantes se ve asignada por necesidad lógica un orden genético inédito en su conjunto, aunque sí en observaciones aisladas (compárese a Schachtel, 1966/1967, Cap. 6): ya era más o menos sabido el carácter primitivo de la reacción por lo común indiferenciada al claroscuro, a la cual sigue como etapa intermedia la respuesta específica -gradualmente implicando cada vez una mayor elaboración formal- a los diferentes colores (tal como en el desarrollo humano: Dworetzki, 1939, p. 317; Salomon, 1962, p. 49; Schachtel, 1959/1962, Cap. 7 pp. 148-150; también Arnheim, 1974, Cap. 7 p. 331); y el grado de madurez implicado por la kinestesis, sobre todo frente al color (Dworetzki, p. 394; Rapaport, Gill, Schafer, & Holt, 1968/1970, pp. 357-359; Piotrowski, 1957/1979, p. 120), se ha convertido en un lieu commun. Pero faltaba una visión de conjunto (una theôria, según el significado Griego original de la palabra) de todo este desarrollo, a menos que consideremos suficiente la inducción implícita en Dworetzki (ver la secuencia de sus referencias del párrafo anterior) o posteriormente la incluso ya bastante explícita en Mélon.3 Esto es lo que caracteriza precisamente al aporte de Zulliger: sin teorizarlo ni perseguir voluntariamente aprovechar los progresivos descubrimientos con la serie original de otros expertos de su misma talla, la quintaesencia de la práctica Rorschach y de sus sucesivos logros se ve sin embargo condensada en esta incomparable serie de tres manchas.


Cuadro 2
Correlaciones Psico-genéticas Implícitas
en la Serie de Manchas de Zulliger (Z-Test)

Desde el punto de vista psicoanalítico, como ya ha sido hecho por Salomon (1959b; & Peralta, 1963/en prensa, caso), ello permite analizar psicodinámicamente de una manera más acorde con la realidad la biografía específica de la persona bajo estudio en las diferentes etapas de su historia, así como establecer más fundadamente las correspondientes relaciones formales con el sistema Rorschach. En este sentido las etapas descritas por Renan y adoptadas por Dworetzki -"sincretismo, análisis y síntesis"- pueden ser traducidas al lenguaje psicoanalítico (Cuadro 2): en la lámina I podemos estudiar los primeros estadios de las relaciones objetales, donde sujeto y objeto tienden aún a confundirse en mayor o menor medida durante el proceso de separación de la unión-dual (Salomon, 1962, pp. 43-51; confirmado por Schachtel, 1966/ 1967, Cap. 10; ver también Zulliger, 1952); en la II se representa el momento del surgimiento de los objetos (parciales) específicos aptos a la manipulación, y de las emociones específicas hacia los mismos, de las pulsiones parciales cada una por su cuenta (Salomon, 1959b, 1962 Cap. 3; compárese con Bohm, 1959/1977, pp. 308-311, y con la formulación de Murphy de la 2da fase, citado en Bohm, 1972/1979, Cap. 15 Nota 17); finalmente en la III, "una vez perdido el objeto" como dice Freud (aceptación de la castración, superación del Edipo), el sujeto se retoma a sí mismo y se constituye plenamente su Yo por la vía de la identificación -imagen del cuerpo unificada- (Salomon, 1962, pp. 84-90, 93-96; confirmado por Piotrowski, 1957/1979, pp. 171-172, 305-306; compárese a Dolto, 1961/1983, p. 73). En todo este circuito del Yo que se repite incesantemente a lo largo de la vida, el 1er y el 3er elementos son los esenciales (intuición ya presente en Binder, 1932/1979, pp. 77-91; y siguiendo su ejemplo en Salomon, 1962, pp. 63-70) pues le plantean el dilema identificatorio del "¿quién soy?" al sujeto (polos Otro/Sí-Mismo que conciernen imágenes del objeto total, así como sus representantes Hd/B muestran una afinidad con las respuestas globales G), dilema insoluble -o al menos inmovilizable- sin la mediación a través del elemento intermedio que constituye el objeto (parcial: D Fb; Salomon, 1959b) que se posee o no (Mélon, 1975-1976, pp. 85, 106-108, y Cap. 2.4 pp. 38-444).


Cuadro 3
Conceptos Filosóficos/Psicológicos (Tríadas Existenciales Estructurales)
que Fundamentan el Esquema Formal Rorschach vía
su Sistematización en la Serie de Manchas de Zulliger (Z-Test)

No podemos en el presente contexto ser más detallados de lo que lo hemos sido hasta ahora en nuestra presentación. Pero no queremos dejar sin mencionar por lo menos algunas pautas hacia una mayor profundización teórica (filosófica) de lo que hemos avanzado (ver Cuadro 3): se trata de la estrecha correspondencia entre nuestros desarrollos y las "tríadas" que en la complejización creciente de los conceptos que las componen expresan las dimensiones o estructuras originarias de la existencia humana según diferentes pensadores (tanto Europeos como Americanos), particularmente Deese (citados en Bohm, 1972/1979, Cap. 15 Nota 17; en Mélon, 1975-1976, p. 29; y en Schotte, 1990, pp. 52-54, 206 Nota 28); tomemos aquí como único pero parlante ej. su serie "pedazos-partes-miembros": una respuesta "primitiva" (Binder) al claroscuro de la lámina I, digamos "escoria", tiene esa característica de estar compuesta de pedazos que no se diferencian en esencia ni entre sí ni del mismo conjunto homogéneo elemental (Kuhn, 1953/1977, p. 505); en la II por el contrario la heterogeneidad del estímulo de los diferentes colores invita a expresar por separado las pulsiones parciales en acción (Salomon, 1959b, 1962 Cap. 3; Murphy, citado en Bohm, 1972/1979, Cap. 15 Nota 17); y la integración de los diversos detalles como los miembros de un cuerpo humano completo gracias a un percepto kinestésico es lo que se espera en III (H. Rorschach, 1946/1964, Cap. 2.5.b p. 33; Zulliger & Salomon, 1969/1970, p. 14; Dolto, 1961/1983, p. 73). Por demás, que el material trabajado por Zulliger y plasmado por él en sus tres imágenes quedó tan perfectamente balanceado que viene a constituír dentro de la ciencia el equivalente de una Obra de Arte, como un tríptico revelador a través de su equilibrada simbología percepto-formal de las etapas así como de los componentes más importantes del curso de dicha existencia humana, podemos demostrarlo basándonos en el juicio de uno de los especialistas más reputados del área:

If one wishes to be admitted to the presence of a work of art, one must, first of all, face it as a whole. What is it that comes across? What is the mood of the colors, the dynamics of the shapes? Before we identify any one element, the total composition makes a statement that we must not lose. We look for a theme, a key to which everything relates [compárese a Bohm, 1959/1977, pp. 308-309]. . . . Safely guided by the structure of the whole, we then try to recognize the principal features and explore their dominion over dependent details. Gradually, the entire wealth of the work reveals itself and falls into place, and as we perceive it correctly, it begins to engage all the powers of the mind with its message [énfasis añadido] (Arnheim, 1974, p. 8)

(compárese también esta cita, así como la siguiente, con Simón H., 1973a, pp. 139-141); aún más:

Why is balance an indispensable factor of aesthetic composition? One of the reasons, which is often overlooked in discussions of the subject, is that visually, just as physically, balance represents the state of distribution in which all elements have come to rest. In a balanced composition all factors of shape, direction, location, etc. are mutually determined by each other in such a way that no change seems possible and the whole assumes the character of "necessity" in all its parts [énfasis añadido]; (Arnheim, 1951, p. 267)

y eso es precisamente lo que ha conseguido Zulliger con la específica ubicación de las localizaciones, determinantes, secuencia, etc., de sus láminas, sin proponérselo conscientemente sino espontáneamente, como el verdadero artista Rorschach que era.

Referencias

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Notas

* Trabajo presentado en el XIV0 Congreso Rorschach Internacional, Lisboa (julio de 1993); reporte condensado de una investigación en curso, que será objeto de una publicación más completa en el futuro. En homenaje a Hans Zulliger en el centenario de su nacimiento.

** Director, Archivos Rorschach Americanos, EPS # Y-10241, Miami FL 33102-5556 E.U.A.

1. Signos de la Escuela Clásica Suiza (abreviados del Alemán).

2. Salomon (1959a, pp. 286-287), el mejor especialista de la prueba después de Zulliger, intuyó acertadamente justificaciones teóricas más poderosas detrás de dicha decisión (ver más adelante); asimismo L. J. Rijo (comunicación personal, primavera 1993), un internacionalmente desconocido pero experimentado Maestro de la serie Rorschach original, me comentaba durante el proceso de hacerse plenamente claras en mi mente estas sistematizaciones que su experiencia lo llevaba a considerar la lámina VIII, contrario a su ubicación ordinal, evolutivamente más temprana que la III. Por otro lado, Simón H. en su más reciente y en otros sentidos valiosa publicación (1993, pp. 274, 287-288), movido en nuestra opinión por un exceso de celo y respeto ante la evidente genialidad científico-artística Rorschachiana, lamentablemente se aparta de sus anteriores convicciones en este sentido considerando específicamente un error el nuevo orden formal adoptado por Zulliger; creemos que tanto lo citado en el párrafo anterior como otras referencias teóricas hechas al final de este trabajo, que por cierto coinciden estrechamente con sus anteriores puntos de vista, demuestran su actual equivocación en este punto preciso. De una manera más general, creemos inclusive que nuestros desarrollos permiten invalidar los numerosos intentos por explicar el enigmático orden de sucesión escogido por H. Rorschach para sus 10 láminas (Rorschach, Oberholzer, & Morgenthaler, 1946/1964, Cap. 1) en el sentido de una reproducción del curso del desarrollo humano, intento de explicación hipotéticamente razonable y por consiguiente el más socorrido, pero no por ello necesariamente el correcto (compárese a Dworetzki, 1939, pp. 255-258).

3. Quien es no sólo "sin duda el mejor conocedor y practicante de la prueba de Szondi hoy día [nuestra traducción]" (Schotte, 1990, p. 154) sino también uno de los más eminentes especialistas del Rorschach contemporáneos: él se vale del 1er. instrumento para explorar con una base teórica más firme el 2do. (Mélon, 1975, 1975-1976), sacando provecho de la "teoría de los circuitos" de Schotte (pp. 5-11) la cual enfoca desde una ventajosa perspectiva genética el fructífero análisis de Szondi de los mecanismos psicoanalíticos elementales del Yo; uno de los resultados comentado oralmente en un grupo de discusión (comunicación personal, 1984-1988) ha sido precisamente dicho orden de desarrollo ego-sintónico de los determinantes Rorschach: I=Hd, IIa=F, IIb=Fb, III=B. Nuestros propios avances, como es evidente, deben mucho a nuestra personal asociación con este grupo entre los años citados (ver más adelante).

4. La corrección mencionada en esta última referencia del circuito del Yo original de Szondi por Schotte se asemeja de una extraña manera, como puede observarse, a la modificación introducida por Zulliger en la seriación de los símbolos formales de las láminas de Rorschach, con exactamente los mismos resultados de sistematización definitiva (!).

c 1996-2000 Leo Berlips, JP Berlips & Jens Berlips, Slavick Shibayev